Yvo de Boer era, desde septiembre de 2006, el secretario ejecutivo de la Convención de la ONU para el Cambio Climático (UNFCCC), que reunía decisiones que implicaban de manera directa a 194 países.
El anuncio de su abandono fue realizado esta semana pasada a través de su secretario. La dimisión ocurre dos meses después de la reunión de los países en Copenhague en un esfuerzo por combatir los problemas del planeta con medidas ecológicas. Su salida del cargo ocurre tras el fracaso y decepción de numerosos integrantes del acontecimiento en Copenhague 2010.
“Pienso que ha llegado el momento de afrontar un nuevo desafío, trabajar en el clima y sustentabilidad en el sector privado y no en el sector académico”, afirma el responsable y justificando que su salida no tiene relación directa con el fracaso sucedido durante las reuniones en Diciembre pasado celebradas en Copenhague.
Vía | Sci Tech Today Imágenes: Flickr (Imágen 1 e Imágen 2)
Noticia relacionada:
El hombre tranquilo que perdió la paciencia
Publicado el 24-02-10 , por G. Escribano.Publicada hoy en EXPANSION.
Yvo de Boer (Viena, 1954) es un hombre con aplomo, de mirada profunda y hablar pausado. En sus apariciones públicas, casi infinitas en los últimos años, ha demostrado por qué es un líder: tiene un objetivo, quiere conseguirlo y sabe cómo hacerlo.
¿Cuál es esa meta? Mitigar los terribles efectos que el cambio climático va a producir en el mundo: económicos, sociales, medioambientales y políticos. Hoy, es una de las principales preocupaciones de la sociedad, pero, cuando De Boer enarboló la bandera verde por primera vez, le tildaron de ser un predicador en el desierto.
Sin embargo, el hombre tranquilo ha perdido la paciencia. Y por perdida ha dado también la vía política para alcanzar su objetivo sostenible. El todavía jefe de la ONU para el cambio climático abandonará la secretaría de la Convención de Naciones Unidas en julio.
La causa de esta retirada es sencilla: la Cumbre de Copenhague, en la que tenía depositadas todas sus esperanzas, no llegó a ningún acuerdo concreto y De Boer asumió este fracaso como propio.
Por culpa del revés diplomático, este luchador ha perdido la confianza en la clase política. Se pasa a la docencia en la universidad y a la consultoría privada en la firma KPMG, desde donde asesorará a empresas, gobiernos y demás organizaciones en materia de sostenibilidad. Un cambio radical en su día a día: de lidiar con los políticos a susurrarles al oído lo que deben hacer, aunque también señalará el camino verde a las compañías.
Críticos
Algunos sectores críticos con el fracaso de Copenhague han acusado a De Boer de hombre blando frente a EEUU y China. Estos dos países crearon, con el apoyo de India y Sudáfrica, una cumbre dentro de la cumbre y el secretario no pudo detenerla. En esta reunión privada, se forjó la decepción internacional: mucho ruido mediático y pocas nueces en cuanto a reducción de emisiones contaminantes.
Sin embargo, los que le conocen opinan que el fracaso de la asamblea no fue por su falta de liderazgo, sino por la escasa buena fe de los mayores emisores de gases de efecto invernadero, poco dispuestos a echar el freno a su desarrollo económico en plena recesión.
Cree que las empresas son sujetos activos en la lucha contra el cambio climático
También cuentan que, lejos de ser un burócrata mesurado y propio de la ONU, De Boer siempre estaba dispuesto a ser contundente y decirle la verdad al poder, por mucho que éste no le escuchase. Un carácter directo que le granjeó algunos enemigos en las cumbres del poder.
Unos rivales que ahora se frotan las manos porque el hombre fuerte de la ONU se ha retirado de la palestra medioambiental y les deja vía libre para seguir haciendo y deshaciendo cumbres a su antojo.
De Boer fue el responsable de que el cambio climático pasara de ser un problema medioambiental a estar en la agenda política internacional. Él, que suele usar una corbata de color verde, introdujo a los mandatarios de traje gris en el debate de la sostenibilidad y, unos años después, estos mismos políticos le han apartado de la escena con un codazo.
Pero a De Boer no le preocupa, porque cree que las empresas son sujetos activos en la lucha contra los efectos del cambio climático. Por eso, desde el próximo verano, este político acompañará a las firmas por el camino que cree correcto.
El fracaso de la cumbre no fue por su falta de liderazgo, sino por culpa de los países no alineados
“Siempre he sostenido que, mientras que los gobiernos son los que deben determinar el marco político, la solución real debe venir de la mano de las empresas, y voy a tener la posibilidad de hacer que eso ocurra”, dijo el día en que anunció su retirada de la política.
¿Cómo llegó hasta las más altas cumbres de la diplomacia? Este vienés nació en el verano de 1954, un año antes de que Austria recuperara su independencia tras la II Guerra Mundial. Poco después, la ciudad se convirtió en la tercera capital de la ONU, por detrás de Nueva York y Ginebra, y las calles y cafés se llenaron de políticos y diplomáticos.
La influencia de este entorno y el ambiente familiar llevaron a De Boer a tener claro su futuro. No en vano, su padre era un diplomático holandés y, antes de cursar los estudios de secundaria en el Reino Unido, ya había recorrido medio mundo.
Sin embargo, sus raíces fueron más fuertes que el carácter cosmopolita, y volvió a los Países Bajos, la tierra de sus antecesores, para estudiar trabajo social y comenzar una carrera definida por el compromiso.
Alturas
Antes de alcanzar las alturas de la política internacional. De Boer recorrió los largos pasillos de la ONU en las delegaciones del norte de América y Caribe, Canadá y Kenia, centrado en el desarrollo de asentamientos humanos y en el crecimiento sostenible.
Después, realizó mucho trabajo de despacho en el Ministerio de Vivienda y Medio Ambiente holandés, donde se convirtió en el adalid de la edificación respetuosa con el entorno. Su carácter le empujó pronto a recolocarse dentro de este ministerio y pasó a ser el director de relaciones internacionales.
De ahí, pasó a la Comisión de Desarrollo Sostenible de la ONU, donde fue adquiriendo cada vez más peso hasta alcanzar el puesto que abandonará el próximo verano.
De Boer siempre ha sido coherente con sus ideales y, conforme la tecnología lo permitía, fue cambiando su forma de vida: instaló paneles solares en el tejado de su casa, aisló las paredes para hacerlas más eficientes y cambió las viejas bombillas por unas de bajo consumo.
Cuando puede, circula con su bicicleta para ir a cualquier parte y, en su defecto, utiliza un vehículo híbrido, ya que contamina menos que uno con un motor de combustión. Y, por supuesto, predica en clave verde cada día en su hogar, en el que vive con su mujer y sus tres hijos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario