Paula Jueguen Barcala acaba de recibir, a sus dieciséis años, un premio que la Xunta concede por el esfuerzo y la superación
- Autor: María Santalla
- Fecha de publicación: 6/2/2010
Cinco minutos con Paula bastan para darse cuenta de que ella es el premio. Paula Jueguen es una de esas personas de las que se aprende lo más importante, el valor de la vida. Una sabia de dieciséis años. Acaba de recibir un premio extraordinario que la Xunta concede a estudiantes de Secundaria por su esfuerzo y su superación personal. Lo agradece mucho, pero cree que habrá mucha otra gente que se lo merezca.
Paula padece la enfermedad de Krohn y una fibromialgia asociada. «Lleva ocho años con dolor constante y toma mucha medicación», dice su padre. Desde hace tres años no va al instituto y estudia gracias a un programa que ha puesto en marcha el instituto Castro Alobre y que permite que los profesores vayan a su casa a darle clase. Ella agradece mucho esa posibilidad, y sus padres también, porque el estudio se ha convertido en un importante aliciente en su vida.
Lleva tres operaciones, todas ellas con un posoperatorio largo. Ahora, los ingresos hospitalarios son constantes. Visitó a los mejores médicos, pero de momento no responde favorablemente a los tratamientos. Durante las tres últimas semanas se encontraba muy débil y los profesores no pudieron ir a darle clase. Pero todo ello no impide que esté decidida a seguir estudiando y a cursar varias carreras. La Psicología y la Antropología están entre sus preferencias.
Su enfermedad la ha dejado sin amigas. Sus amigos son sus padres, sus hermanos y «los profesores», recalca, que incluso «vienen en su tiempo libre».
A Paula le gustaría ayudar y «no ser tan frágil». «Doy muchos disgustos a la familia, siempre estoy en el centro de todo», se lamenta. Sin embargo, sus padres están muy orgullosos de ella. Y no es para menos. «Es muy buena estudiante, una lectora empedernida, escribe. Su aliado es el portátil», dice su padre, que cuenta que leyó la trilogía de Millenium en inglés antes de que fuera traducida y que escribió la continuación de Crepúsculo en Internet, aunque ella le resta importancia: «No soy la única que lo hace», afirma.
Los animales, un apoyo
«Los ánimos realmente me los da eso. Es el medio de comunicación con el exterior. Eso me ayuda», apunta Paula. Y junto con los estudios, sus animales, «los bichitos», como ella les llama: «Me dan normalidad», dice.
Con todo, no todo es color de rosa en los estudios. También hay complicaciones. «El problema es que cuando estudias tienes la mente dividida. Por una parte estás pensando en que si te mueves igual te duele menos. Por otra, estás pendiente de los libros».
La vida la ha hecho mayor antes de tiempo. Y quizás por ello no se siente identificada con la gente de su edad. «Si pudiera seguramente saldría más, pero creo que no me pierdo nada». La última vez que lo hizo fue hace ya año y medio. Fueron a un cumpleaños y acabaron haciendo botellón en la playa. No le gustó. «Me estaban invitando a beber y yo pensaba que me tenía que tomar una pastilla en una hora», recuerda.
Con todo, le gustaría ir al instituto y piensa «mucho en las experiencias que me pierdo». Como adolescente atípica que es, dice que seguramente lo que menos le gustaría es el recreo. «No tienes nada que te distraiga y seguramente estaría pensando que me duele», dice.
Publicado hoy en La Voz de Galicia
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