Fatiga crónica: ¿una enfermedad real?
Los pacientes sufren el cansancio, los dolores y la incapacidad que genera esta dolencia y denuncian su situación con motivo del Día Mundial, el 12 de mayo. Mientras, la Medicina debate su origen y cómo abordarla sin ponerse de acuerdo. En EE UU se ha consolidado como una patología, en Reino Unido se trata más como un síntoma psicosomático y en España los afectados peregrinan por el sistema sanitario sin rumbo fijo
Dudas. La comunidad científica no llega a un consenso en cuento al síndrome de fatiga crónica (SFC). ¿Una enfermedad?, ¿un signo clínico? ¿un síntoma psicosomático? Mientras los médicos debaten en sus laboratorios y despachos, en la calle una de cada diez mil personas, unas 40.000 en España, lucha contra el manto de apatía que cubre la dolencia. Al margen del debate médico, desde la Organización Mundial de la Salud se reconoce como una enfermedad neurológica grave.
Todo parte de buscar un origen, un culpable a las molestias y dolores de los pacientes. El SFC, también conocido como encefalomielitis miálgica (EM), afecta a múltiples órganos y al sistema inmune innato del organismo, pero su origen se desconoce. Así, en el empeño de la corriente estadounidense por buscar respuestas a lo que ellos consideran como enfermedad –con todas las letras–, hallaron un virus, el XMRV. El estudio que avala esta teoría vio la luz en la revista «Science» a finales de del año pasado. Un grupo de investigadores del Instituto Whittemore Peterson en Reno (EE UU) descubrió que hasta dos terceras partes de los pacientes con SFC examinados portaban una infección por retrovirus. Los científicos, dirigidos por Vincent Lombardi, hallaron el retrovirus humano XMRV, que tiene similitud genética con el virus de la leucemia en ratones, en 68 de 101 muestras, aunque identificaron el retrovirus sólo en ocho muestras de 218 pacientes sanos. Según los científicos, «a pesar de su prevalencia, se desconoce el potencial que posee el retrovirus XMRV para causar enfermedad», señala Lombardi.
Después de estos pasos a favor del SFC, unos meses después, ya en 2010, desde el Reino Unido sembraron las dudas acerca este descubrimiento. Según Myra McClure, uno de los autores del «contra informe» realizado por el King’s College y el Imperial College de Londres, el análisis muestra que «no existe vínculo entre el XMRV y el CFS, al menos en el Reino Unido». Conclusiones a las que llegaron tras analizar las muestras de sangre de 186 personas que sufrían desde hacía años la mencionada condición, algunos de los cuales habían quedado incapacitados por ella. Quizás, por ello recientes estudios, publicados en «Plos One», apuntan a la posibilidad de emplear fármacos anti-VIH para paliar el SFC, al relacionarse con el virus XMRV
implicado en de la enfermedad infecciosa.
Cabe destacar que a raíz de estos trabajos en España, desde el Hospital del Mar, se coordina un amplio estudio con más de 4.000 muestras recogidas de afectados con SFC y fibromialgia, «con el fin de analizar la presencia de este u otros virus y ofrecer respuestas definitivas a los pacientes», apunta explica Javier Rivera, reumatólogo del Instituto Provincial del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y portavoz de la Sociedad Española de Reumatología (SER).
Conclusiones
Los investigadores británicos consideran «prematuro» el hallazgo del estudio estadounidense y opinan que sus colegas deberían haber esperado hasta haber tenido evidencias más sólidas para poder corroborar un vínculo entre el virus y la enfermedad. Sin embargo, lo que muchos expertos ratifican, como Benjamín Natelson, del departamento de Neurología y Neurociencia de la Universidad de Nueva Jersey, en EE UU, es que detrás del SFC «hay una infección vírica grave. Hasta un nueve por ciento de quienes la pasan lo desarrolla».
Otros factores, considerados de riesgo, «que llevan a desencadenar los síntomas del SFC, son la predisposición genética, algunos rasgos de la personalidad y el estrés emocional. Este último influye debido al efecto que tiene en el sistema central, neuroendocrino e inmunitario», explica Jos van der Meer, del Departmento de Medicina Interna del Centro Médico Nijmegen de la Universidad de Radboud en Holanda. Además, subraya que «todos estamos expuestos al SFC, sólo que un 95 por ciento de las personas lo superan y el cinco es el que se queda de forma crónica con él».
Mientras tanto, en España, la situación no es mucho más alentadora. Desde las asociaciones de pacientes hay un malestar general ante la falta de cumplimiento de un documento de consenso al que se llegó, pero que en ningún caso reconocía al SFC como una enfermedad. «Nos sentimos un tanto decepcionados con el trabajo que se realizó. No vemos los frutos de ese trabajo que implicaba más de una decena de sociedades médicas y que sentaba las bases de actuación para tratarnos», explica Mar Arruti Bustillo, presidenta del Confederación Nacional de Fibromialgia y Síndrome de Fatiga Crónica.
Filtros
El primer escollo «es que los pacientes acuden a su médico de cabecera. En Atención Primaria (AP), apenas tienen tiempo y recursos para ver la enfermedad, como pueden esbozan los primeros diagnósticos y remiten a las especialidades para confirmar el diagnóstico», explica el portavoz de la SER.
Desde la Semfyc (Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria), Álvaro Pérez Martín, miembro del grupo de Reumatología, apunta que con la SFC «uno se halla ante diferentes posturas, que pasan por creer o no en que existe». Y esgrime que el problema «reside en que la SFC tiene unos síntomas muy vagos y los criterios de diagnósticos son muy laxos: observar cansancio generalizado durante al menos seis meses que no responde al reposo, además de cuadros de adenopatías y disneas», añade Pérez Martín. Por ello, los especialistas abogan por un abordaje multidisciplinar (reumatología, medicina interna, neurología...) bajo la batuta del médico de AP, «quien servirá de punto de referencia a los pacientes». Solución que, según ellos mismos, quizá tarde en llegar.
Publicado ayer en La Razón.
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